El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios.
(Juan 3:36)
Mucha gente cree en la bondad y el amor de Dios, pero ignora su justicia y severidad. Así como él concede la vida eterna a los que creen, también destina a los incrédulos al castigo eterno. En este texto, Juan nos muestra que aquel que no cree actúa con rebeldía contra el Señor Jesús y no recibirá la salvación.
De hecho, la incredulidad y la rebeldía van de la mano. Una es la motivación interna y la otra, la manifestación externa y práctica de un corazón perverso.
Cuando no confiamos en Dios nos inclinamos hacia la desobediencia y la terquedad. Por otro lado, creer es la respuesta del hombre con la mente, el corazón y con toda la vida, a la acción salvadora de Dios en Jesucristo. Recuerda que la fe verdadera se convierte en actitudes internas y externas. ¡Cree y vive eternamente con Jesús!