Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno».
(Eclesiastés 12:1)
La alerta de recordar a Dios durante la juventud no quiere decir que los jóvenes sean más olvidadizos que los niños o los ancianos. Lo que sucede es que cuando somos jóvenes tenemos la tendencia natural a ser más autónomos. La juventud es una etapa en la que nos sentimos fuertes, capaces y confiamos demasiado en nosotros mismos. Eso no tiene que ver con la edad sino más bien con la disposición del corazón. Esa autonomía nos vuelve más distantes e independientes del Señor y tiende a apartar nuestros corazones de Jesús.
La Biblia nos invita a recordarnos de Dios, a darle atención especial en todas las etapas de la vida. Aun cuando todo va bien, necesitamos dedicar amor y disposición al Señor porque llegarán los días difíciles… Y en ellos, al igual que en los tiempos buenos, no debemos ser mezquinos ni interesados, recordándonos de Dios solamente cuando necesitemos de su ayuda. Debemos buscarle en todo tiempo porque nuestro amor hacia él es de corazón y de verdad.